El ciclo del calendario judío nos trae nuevamente a las puertas de Rosh Hashaná, un tiempo de introspección, renovación y búsqueda de conexión tanto con lo divino como con nuestra comunidad. Sin embargo, este año, la llegada de Rosh Hashaná y Yom Kipur ocurre en medio de una realidad particularmente dolorosa y desafiante para el Pueblo Judío y para el mundo en general. La guerra en Israel, las tensiones y violencia, el antisemitismo, el México que enfrentamos con una serie de cambios que provocan mucha inestabilidad social y económica, afectando nuestras vidas y nuestra convivencia.
Como judíos, nuestra conexión con la tierra de Israel no es sólo política, sino profundamente espiritual y emocional. Los eventos recientes en Gaza y el impacto que han tenido en Israel nos llenan de angustia y preocupación. Las vidas perdidas, la inseguridad constante y la incertidumbre nos hacen replantearnos cómo podemos, desde nuestra diáspora, ser solidarios y actuar de manera significativa.
Rosh Hashaná nos invita a reflexionar sobre la fragilidad de la vida, recordándonos que el destino de cada ser humano es inscrito y sellado durante este tiempo. En momentos de conflicto, esa fragilidad se vuelve aún más evidente. Pero también es una oportunidad para recordar el poder de la esperanza, la t’shuvá (arrepentimiento), la tefilá (oración) y la tzedaká (justicia), pilares que nos ofrecen no sólo la posibilidad de reconectar con D-os, sino de restaurar y fortalecer nuestros lazos como pueblo.
En un contexto de crisis, Rosh Hashaná nos recuerda que, aunque no siempre podemos controlar los eventos externos, sí podemos controlar cómo respondemos ante ellos. Como judíos, es fundamental que sigamos unidos, apoyando a Israel de manera activa y recordando que nuestra fe nos ha sostenido a lo largo de milenios, incluso en los momentos más oscuros. No podemos permitir que la desesperanza nos paralice. Debemos actuar con el compromiso de buscar la paz, la seguridad y la dignidad humana para todos.
En México, los cambios sociales y económicos han generado un ambiente de inestabilidad que afecta no sólo a nuestra comunidad judía, sino a la sociedad en general. La incertidumbre económica, los desafíos de la seguridad y los problemas políticos nos invitan a reflexionar sobre cómo enfrentamos estas realidades.
Como parte de la comunidad judía, Rosh Hashaná también nos llama a preguntarnos qué rol jugamos dentro de nuestras propias instituciones. En momentos de crisis, es más importante que nunca sentirnos parte de algo más grande que nosotros mismos. Las instituciones comunitarias —desde las sinagogas hasta las escuelas, las organizaciones benéficas y los centros culturales— son esenciales para mantener el tejido social que nos une. Son espacios que nos ofrecen apoyo espiritual, emocional y material. Como miembros, tenemos la responsabilidad no sólo de participar, sino de involucrarnos activamente en la construcción de un futuro más estable y próspero.
Este año, el shofar nos llama no sólo a la introspección personal, sino a la acción colectiva. Nos recuerda que no podemos enfrentar los desafíos solos. La comunidad es el espacio donde encontramos fuerza, apoyo y dirección. En tiempos de crisis, tanto global como local, nuestra capacidad de mantenernos unidos puede marcar la diferencia entre sucumbir al miedo o salir fortalecidos.
Es importante resaltar el papel que juegan nuestras instituciones comunitarias en esta misión de resiliencia. A través de sus múltiples servicios y programas, nos ofrecen un refugio, un lugar donde nuestras necesidades —ya sean espirituales, educativas, de asistencia o de liderazgo— pueden ser atendidas. Como judíos, cada uno de nosotros tiene un papel que desempeñar en esta red de apoyo mutuo.
Rosh Hashaná es el momento perfecto para recordar que nuestra comunidad es más fuerte cuando cada uno de sus miembros se involucra. Ya sea participando en las oraciones, contribuyendo a las iniciativas de tzedaká, o simplemente estando presente para quienes nos necesitan, nuestra participación es crucial.
El judaísmo siempre ha sido una religión de acción. Nuestros sabios nos enseñan que no basta con tener fe; es necesario actuar. En tiempos de incertidumbre, actuar significa ser parte activa de nuestra comunidad, apoyarnos mutuamente y aprovechar los recursos que nuestras instituciones nos brindan para enfrentar estos tiempos difíciles.
A pesar de los retos que enfrentamos, Rosh Hashaná es una festividad de esperanza y renovación. Nos recuerda que, aunque el mundo pueda parecer caótico y fuera de control, D-os está con nosotros en cada momento. Él nos brinda la oportunidad de empezar de nuevo, de corregir nuestros errores y de comprometernos a un futuro mejor.
Que este Rosh Hashaná nos inspire a renovar no sólo nuestra fe y nuestras acciones, sino también nuestro compromiso con nuestra comunidad y con Israel. Que el sonido del shofar despierte en nosotros la fuerza y el coraje para enfrentar estos tiempos difíciles con dignidad, sabiduría y unidad.
Shaná Tová uMetuká – Que tengamos un año nuevo lleno de bendiciones, paz y prosperidad para Israel, México y nuestras comunidades.
// Susy Anderman
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