Desde los inolvidables años 90, Esther mi esposa, y yo nos sumergimos en el mágico mundo del Festival Aviv, una travesía que ha marcado nuestras vidas de manera profunda y eterna. En un principio, éramos los productores de los sueños visuales, dando vida a los audiovisuales que se proyectaban con música y voces, fusionando nuestra creatividad con la esencia misma del Festival. Era más que un trabajo, era una experiencia que nos envolvía en un torbellino de emociones y arte.

Desde la primera vez que nuestros ojos se encontraron con el escenario del Aviv, los bailes llenos de energía y el talento que se desbordaba en cada rincón, quedamos sorprendidos y atónitos. Las coreografías se entrelazaban con la música, la iluminación, los vestuarios que pintaban poesía en el aire, eran obras de arte en movimiento y la danza se convertía en una expresión sublime. Desde ese instante, supimos que estábamos presenciando algo extraordinario, algo que iba más allá de lo efímero.

Fue entonces cuando decidimos capturar la magia del Aviv a través de nuestras cámaras. No queríamos congelar los momentos, sino atrapar el alma misma de la danza en nuestras fotografías. El resultado eran imágenes que trascendían la realidad: luces que se deslizaban como pinceles en un lienzo, colores que se mezclaban en una paleta de pintor visionario, rostros y cuerpos que danzaban en una sinfonía de movimiento, y vestuarios que parecían alzar vuelo en la esencia del aire.

Cada año, nuestras cámaras se convertían en cómplices silenciosas de la evolución artística del Festival Aviv. Las imágenes resultantes eran más que fotografías, eran cuadros de pintores expresionistas, donde la emoción y la vida vibraban en cada rincón. Cada instantánea era un testimonio visual de la efervescencia del Festival, de la unión entre el arte, la música y la danza en su máxima expresión.

Hoy, al celebrar los 50 años del Festival Aviv Carlos Halpert de Danza Judía, nos sumamos a la fiesta con el corazón lleno de gratitud y emoción. Medio siglo de reunir a la juventud y a personas de todas las edades en este movimiento único que es un logro extraordinario. Deseamos que estos cincuenta años sean sólo el inicio de una travesía aún más grandiosa y que podamos seguir disfrutando de la magia del Aviv por muchos años más. ¡Felicidades al Festival que ha marcado nuestras vidas con arte, danza y amor! 

// Aaron y Esther Cohen

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